SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAS VIÑAS

LOS ORÍGENES

La tradición, apoyada por la historia, cuenta cómo la imagen de la Virgen de las Viñas fue traída hasta Aranda por los cristianos de la ciudad de Lara de los Infantes. Éstos, perseguidos por los moros, llegaron hasta el monte Costaján donde fueron aniquilados, no sin antes conseguir esconder la imagen.
Años más tarde fue encontrada por un labrador en su viña, tomándola los arandinos como patrona y levantando en el lugar una pequeña ermita.
Los milagros y bondades que se atribuyeron a la imagen, fomentaron el desarrollo de una fuerte devoción entre el pueblo y sus gobernantes. El rey Juan I de Castilla mandó levantar una ermita más grande aprovechando la primitiva; la reina Isabel la Católica donó ornamentos y rentas, también Carlos V, Felipe II, Felipe III, su esposa Margarita de Austria y Felipe IV. La curación de éste último cuando vivía en Aranda siendo infante, dio origen a uno de los milagros de la Virgen de las Viñas.
Más tarde fue añadido un pequeño convento de monjas que se regía por la regla de Santa Clara. Estas religiosas, conocidas como las Beatas estuvieron encargadas del cuidado de la ermita hasta que en 1560 se trasladaron al convento franciscano de Santa Isabel, más conocido como de las Antonias, que estuvo situado en la actual plaza de San Antonio, en cumplimiento de las disposiciones del Concilio de Trento que prohibían conventos femeninos en descampado.
A mediados del siglo XVI, el obispo D. Pedro Álvarez de Acosta tuvo, sin duda, intención de construir una nueva ermita, que hubiese resultado un hermoso modelo de iglesia gótica, pero el intento no parece que pasó de la edificación del presbiterio, que consta de cuerpo cuadrangular, con dos robustos y esbeltos pilares de piedra que miran a la nave de la iglesia con arco de medio punto que tapa el gótico original que se encuentra bajo él. Por el exterior se aprecian los dos contrafuertes rematados por sendos escudos del Obispo.
En la ermita se hicieron importantes obras en el año 1637, por los maestros Felipe de Velasco y Pedro Ontañón, que costaron 37.000 maravedíes, obtenidos de limosnas de los vecinos, de un importante donativo del Almirante de Castilla, D. Enrique de Cabrera y de los censos ordinarios.
El corregidor D. Diego de Sandoval, viendo que el camino de la Virgen de las Viñas no tenía la frondosidad que debía, dio orden al Mayordomo de la ermita para que lo repoblase, autorizándole a este efecto para traer del monte Costaján cuantos enebros necesitara. Con esto y la sustitución del puente de madera que había entre la fuente Minaya y el molino del Licenciado Quemada por otro de piedra, recibió un nuevo atractivo el referido camino de la Virgen, que ya entonces era muy frecuentado.

EL NUEVO SANTUARIO

A finales del siglo XVII, en 1688, se abordaron las nuevas obras de construcción en la ermita para sustituir a la antigua, edificada por D. Juan I, que resultaba muy pequeña. Estas afectaron a la nave de la iglesia, construyéndose una más amplia y capaz para los vecinos que entonces tenía Aranda. La obra de la ermita, en la que actualmente se le rinde culto, fue costeada por el Ayuntamiento, que destinó a la obra las ganancias del ramo de frescos, escabeches y salados y la sisa de lechones y cecinas. Algunos vecinos contribuyeron con limosnas y D. Sebastián de Arévalo, obispo de Osma, aportó un donativo de 1.000 reales.
Se conserva el ábside del siglo XVI que recibe luz por una vidriera situada en la fachada sur; originalmente contaba con otro ventanal a la fachada este, hoy transformado y casi oculto por el retablo, en cuyo hueco está encajada la hornacina de la Virgen. Su hermosa bóveda de nervadura gótica presenta cinco escudos con los emblemas elegidos por el prelado de Osma: rueda dentada de Santa Catalina y cinco costillas, todos ellos se rematan con el sombrero obispal y los cordones de seis borlas.
Su planta es rectangular, adosada y centrada con el ábside, se realizó en mampostería bastarda cubriéndola con bóveda de cañón que se refuerza con cinco arcos de medio punto, lo que la divide en cuatro tramos; en el último de ellos y apoyado en un arco carpanel se construye el coro. Recibe luz por cinco vitrales repartidos en las fachadas, dos en la norte, dos en la sur y una en la oeste sobre el coro.
La entrada principal se abre por la fachada sur, donde se localizó un vano por el que se accedía al púlpito del lado de la Epístola a través de la antigua sacristía. El muro de poniente, bajo el coro, cuenta con otra puerta secundaria de mayor altura, por estar destinada para salir la Virgen con su carroza en procesión.
Una vez terminadas las obras de ampliación del santuario, comenzaron a labrarse los retablos de sus altares. Fueron dorados por D. José de la Serna, pintor de Roa, por 18.000 reales y pudo colocarse la imagen de la Virgen en el suyo el sábado 13 de Septiembre de 1698. A mediados del siglo XVIII, el arandino D. Pablo Esteban, coronel del Regimiento de Dragones de la Reina, costeó la construcción y el dorado del camarín de la Virgen de las Viñas, que se adosa al ábside. La edificación, construida en piedra de sillería, consta de dos plantas: la baja, que tiene aspecto de sótano por quedar ciega de luz, y la planta alta, que es el camarín propiamente dicho, al que se accede por una escalera que corre paralela al ábside.
Esta obra dejó oculto exteriormente buena parte del ábside, quedando en el interior del camarín el ventanal de la fachada donde se ubica la hornacina que acoge la imagen de la Virgen. El camarín recibe luz por una ventana que se abre paralela a la que se ciega, protegiéndola con gruesa reja; en la fachada sur se ven dos pequeñas ventanas y sobre éstas un escudo de Aranda del año 1689 recuperado de otro lugar.
En 1792 el Ayuntamiento determinó construir una espadaña con tres campanas.

HISTORIA RECIENTE

En 1896, delante de la ermita quedaban restos del antiguo convento de las Beatas, como el claustro y la casa del ermitaño, pero en 1903 se acometió la obra que cambiaría de forma importante su configuración.
Según proyecto de D. Celerino Zapatero Calleja, se concibe levantar alrededor de un patio porticado central un edificio en forma de U irregular adosado a la ermita, que sirva de entrada principal a ella, y alojar las dependencias necesarias para el funcionamiento del culto. Las obras durarán, hasta 1908 y se realizarán en mampostería bastarda principalmente.
En la fachada Sur, o principal, se levantan dos plantas: la baja, porticada con cinco arcos de medio punto rebajado, conforma un soportal en el centro del cual se abre la puerta principal; la planta primera se concibe como una gran balconada-mirador que se cierra en los extremos con sendos torreones de dos plantas.
La fachada Este queda unida desde el torreón hasta el camarín con otras dos plantas: la baja se destina a sacristía y almacenes y la planta primera queda configurada como otro balcón-mirador que da a la carretera de entrada al recinto. Este mirador se cerrará en la década de 1960, convirtiéndose en salón de juntas para la cofradía.
La fachada Oeste une el torreón con la nave de la iglesia, siendo su longitud inferior al ala Este. En sus dos plantas se distribuye la vivienda de los ermitaños y la escalera del coro.
En el interior nos encontramos con un agradable patio y su pozo, cuya planta baja porticada presenta esbeltos pilares de piedra sobre los que se levanta la primera planta, en ella un corredor de pilares y balaustrada de madera circunda todo el recinto a modo de claustro conventual. La fachada principal y el patio se adornan con parras que nos recuerdan la advocación de nuestra patrona.
Hacia 1954 se llevó a cabo la ampliación de los laterales del altar que dará más belleza a la iglesia y desahogo al presbiterio, permitiendo pasar con comodidad a besar el manto de la Virgen a través del nuevo acceso norte que da al camarín.
El 26 de Agosto de 1964 se declaró un gran incendio en la parte alta del tejado de la ermita, siendo las pérdidas considerables. Se acometió un plan de reformas con diversas obras: la reconstrucción total del tejado, nuevo campanario (a cuyo balcón se trasladaron, desde los torreones, los dos gallos decorativos), eliminación de la antigua sacristía, nueva entrada al santuario y reforma del antiguo corredor. Se demolió y se hizo nueva la parte Este del edificio y el patio se reformó con losetas y bordillos de granito y canto, al estilo castellano.
En 1999 se levanta una tercera planta en ambos torreones que vuelven a modificar el aspecto de la ermita. También la puerta de poniente de la iglesia se protege con la construcción de un porche de piedra.
Con las obras de 2012, se remodela el camarín de la Virgen, la planta alta del ala Este acoge un museo y el patio luce nueva pavimentación con escaleras de granito y pozo con brocal de piedra rosada

LA VIRGEN DE LAS VIÑAS

La imagen procedente de Lara y hallada en el monte Costaján, hoy desaparecida, sería una talla visigótica del siglo VII-VIII, que con el paso del tiempo sufriría deterioro y fue necesario sustituirla por otra.
La nueva imagen es de estilo gótico del siglo XIII-XIV; se trata de una talla exenta de la Virgen en posición sedente con el niño Jesús apoyado en el brazo izquierdo, que presenta en su bella policromía diversas zonas doradas, siendo su tamaño real de poco más de un metro.
En el siglo XVI, reinando Felipe II junto a su tercera esposa Isabel de Valois, se impone la moda de vestir las imágenes, transformando las tallas existentes con el fin de que pudieran lucir los trajes al estilo de las damas de la corte y que se mantendrá hasta hoy con pequeñas variantes.
Así, a la Virgen de las Viñas la faltan las rodillas, los brazos, la imagen de Jesús niño por completo y la toca que cubriría la cabeza. La talla se coloca sobre un pedestal que la dará mayor altura y aspecto de tamaño natural, añadiéndola unos brazos postizos donde sólo están talladas las manos y un nuevo niño Jesús del siglo XVII. Estas prácticas transformadoras son habituales a lo largo de toda la historia del arte.
La única parte que se nos permite ver de la talla original es el rostro dulcemente sonriente de la Virgen, en cierto modo desvirtuado por el rostrillo, ya que este adorno conlleva que las facciones de ojos, nariz y boca queden levemente desproporcionadas de lo que tuvo que ser la cara en su conjunto escultórico original.
1660 fue un año de gran sequía y se hizo una rogativa al santuario de Nuestra Señora de las Viñas; se trajo su imagen en procesión a Santa María y cuando los últimos ancianos habían pasado por debajo del arco de la puerta de Cascajar, se hundió totalmente, sin que dañase a nadie, lo cual se consideró como especial protección de la Señora.
Hacia 1683 el papa Inocencio XI estableció la fiesta del Dulce Nombre de María para celebrarla el 13 de Septiembre, circunstancia que más influyó para fijar en ese día la función de la Virgen de las Viñas.
Según la tradición, en el siglo XVII, se declaró en la villa una epidemia desconocida y los arandinos preocupados por las muchas vidas que se estaban perdiendo, suplicaron a su querida patrona implorando ayuda. Llegó entonces un personaje que puso remedio a la enfermedad, salvando a la población de la catástrofe y, vencida la epidemia, el médico desapareció de forma tan misteriosa como había aparecido. Los arandinos no dudaron que aquel enviado llegó de la mano de la Virgen de las Viñas.
En acción de gracias el Ayuntamiento adquirió una imagen para colocarla en la ermita que, a manera de exvoto, recordara semejante prodigio y sirviera para invocarle en tiempo de pestes y enfermedades. Popularmente se le conoce como el "Mediquín" y se trata de la imagen erguida de un niño Jesús vestida a la moda masculina del siglo XVII: pantalón corto, medias, camisa de puntillas, chaleco, casaca, bastón y, hasta principios del siglo XX, sombrero de tres puntas bordeado de plumas.

LA COFRADÍA

Por los años 1840 al 1850 La fiesta de la Virgen se celebraba el 12 de Septiembre con cultos religiosos, romería, bailes de tamboril y dulzaina junto a la ermita, fuegos artificiales y dos días de novillos por la mañana y tarde para los aficionados en la plaza Mayor. Todos los días de fiesta había baile público en la plaza desde las cuatro de la tarde hasta el anochecer.
En el año 1932 el Ayuntamiento deja de ejercer de Patronato de Nuestra Señora de las Viñas y se fundó la actual Cofradía con el objeto de dar continuidad al culto en la ermita como hasta la fecha.
Durante los tres años que duró la Guerra Civil, la imagen de la Virgen permaneció en la iglesia de Santa María; las ropas y efectos fueron custodiados por las monjas Bernardas y la ermita sirvió de polvorín primero, de cuartel varias veces después y, por último de almacén de intendencia.
El 25 de Julio de 1940 la cofradía recibe las llaves de la ermita encontrándose ésta en estado lastimoso, de abandono, suciedad y desperfectos, por lo que hubo que acometer numerosas obras que sufragó, en su mayoría, el Ayuntamiento.
El 23 de Junio de 1957 se inauguró con el mayor esplendor el retablo actual, obra de Federico Martínez, gracias a la generosidad del pueblo de Aranda. El retablo que se retiró fue donado a la ex-colegiata de Santa Ana, de Peñaranda de Duero.
En 1977 el Ayuntamiento realizó obras en los alrededores de la ermita: pavimentación de la explanada colocando la reja de la capilla de la ermita de Santo Cristo como puerta de entrada; ampliación de la escalinata de acceso al paseo y creación del parque Virgen de las Viñas, con jardines y estanque, donde se trasladó el arco del convento de Sancti Spíritus.