Reseña Histórica

LA COMUNIDAD DE VILLA Y TIERRA DE ROA

Alfonso VI conquista Toledo el año 1085 y a partir de esta fecha el Duero deja de ser frontera y pasa a serlo el río Tajo. Con este hecho desapareció la inestabilidad en la zona del Duero y se pudo comenzar una nueva repoblación y recuperación de estas tierras.
Una clara muestra de ello es el restablecimiento inmediato de la Diócesis de Osma y el nombramiento de Obispo. Y será en este siglo cuando se refuercen o se construyan una serie de torreones o castillos a lo largo de todo el río Duero es el caso de Roa, Anguix, La Horra, Ventosilla, Gumiel de Mercado, La Aguilera, y Gumiel de Izán.
En el siglo XI la comarca de Roa se encuentra nuevamente a la cabeza de un amplio territorio o Alfoz, que adquiere categoría jurídica en el siglo siguiente con la concesión del Fuero de Roa por parte del rey Alfonso VII en el año 1143.
Este documento hacía pública la concesión de especiales derechos, privilegios de tierras, pastos y montes, a favor de quienes vinieran a habitar a Roa y su Tierra. La repoblación de estos núcleos naturales de tierra se pone bajo la jurisdicción del Rey y no bajo propiedad de un señor.
Debió de ser más fácil repoblar los pueblos que el mismo Roa, aprovechando sus zonas húmedas o las tierras regables del Riaza. Buena prueba de ello es la insistencia de los Reyes en favorecer la repoblación interior de Roa, concediendo varios privilegios a quienes habitaran dentro del casco urbano y no a los que vivían en sus campos.
El Fuero de Roa nos da un fundamento seguro para afirmar que con él nace por voluntad regia la "Comunidad de Villa y Tierra de Roa" (formada por los siguientes pueblos: Calaforram (La Horra), Anguix, San Martín, La Cueva, Nava, Berlangas, Valcavado, Pedrosa, Mambrilla, Villaescusa, San Andrés y otros, hasta un total de 33 aldeas) bajo un señorío real evolutivo que con breves excepciones, (por ejemplo la esposa alemana de Fernando III recibió Roa en dote en 1220) se mantiene hasta el año 1456.
A partir de esta fecha se convierte en un señorío de la nobleza que perdurará hasta principios del s. XIX en que desaparecen todos los señoríos, cesan todas las Comunidades y se origina la formación del Partido Judicial de Roa.
En la etapa de realengo se da un importante contencioso entre Roa y sus aldeas por la construcción de la cerca, modo de efectuar la vendimia y el pastoreo en las viñas. Ante esta situación de desavenencias en 1295 Doña Violante, viuda de Alfonso X emite una sentencia que permite el inició de la construcción de la fortaleza: castillo con torre muy soberbia, real palacio, sólida cerca de murallas dotada de torreones y seis puertas. De dicha sentencia también podemos deducir la inclinación vitivinícola de la comarca.
A pesar del conflicto señalado, se asienta la preeminencia de Roa en la comarca, mientras Haza experimenta una notable decadencia. Y testimonio de la progresiva expansión de esta villa es la presencia, por lo menos desde 1290, de una aljama que se mantuvo hasta la expulsión de los judíos a finales del siglo XV.
También contribuyó en el siglo XIV y primera mitad del XV a que Roa alcanzase su máximo esplendor con las estancias ocasionales de la Corte (durante la Edad Media, por la inestabilidad de los reinos y fronteras, la Corte castellana andaba trashumante, sin lugar fijo donde poder asentar su trono).
Por este motivo, la ancestral villa de Roa tuvo el honor de albergar en su recinto amurallado repetidas veces a sus reyes y el monarca que con más frecuencia moró en Roa fue Juan II.
De gran importancia fue así mismo la licencia concedida por Enrique IV en 1465 para organizar un mercado los martes y dos ferias anuales (Enrique IV lo casaron con Doña Blanca de Navarra a los 12 años y el cortejo salió de Roa y Roa con Aranda se ofrecieron en arras a la novia en 1455.)
La etapa de señorío con dependencia de un señor y sus herederos, perdura casi cuatrocientos años. En 1464 Enrique IV entrega la Villa de Roa y su Tierra a su valido, Beltrán de la Cueva.
Este paso fue tan humillante que Roa estuvo a punto de recobrar su realengo poniendo sus lanzas en contra del propio Rey pero el conde Beltrán impidió desde Cuellar este levantamiento. Los Reyes Católicos al perdonar y reconocer los privilegios a Beltrán, aplastaron finalmente las inquietudes de Roa.
En la segunda mitad del siglo XV Roa había pasado a depender de la casa de Alburquerque quedando englobada, desde 1492, en el condado de Siruela junto a las localidades de su Comunidad hasta la abolición de los señoríos, decretada por primera vez en las Cortes de Cádiz en 1810, pero aplicada en el año 1841.
En el siglo XVI se recoge como hecho histórico más notable la muerte del Cardenal Cisneros acaecida el 8 de noviembre de 1517 mientras iba a buscar al futuro Rey, Carlos I. En esta centuria se consolida la primacía de Roa dentro de la Ribera Occidental y se confirma la expansión de la comarca apoyada en la amplia demanda que tuvieron sus caldos en Burgos y las provincias limítrofes. Y en 1530-40 se inicia la construcción de la magnífica Colegiata de Santa María.
Desde finales de el s. XVI y durante gran parte del siglo XVII toda Castilla sufre una grave crisis económica (elevados gastos en guerras) que afectó negativamente a la población y aunque Roa continuó siendo la cabecera comarcal, también se vio gravemente afectada por esta crisis demográfica y económica.
Prueba de ello es la solicitud efectuada por el prior y cabildo de la colegiata de Roa al Consejo de Castilla para reunir en la iglesia colegial las otras dos parroquias existentes en la villa. Testimonio de este proceso de decadencia es, así mismo, la emancipación de algunas localidades sometidas a su jurisdicción como La Horra, Pedrosa de Duero o San Martín de Rubiales que acredita el crecimiento de estas poblaciones. Otros núcleos experimentaron también un progresivo desarrollo desde las últimas décadas del Seiscientos alcanzando el título de villa; tal es el caso de Anguix, Fuentecén, Mambrilla o Quintanamanvirgo.
A nivel económico en el siglo XVII el viñedo ocupaba una cuarta parte de la superficie total en Roa y en La Horra suponía más de la mitad. Roa al igual que otros pueblos se convierte en un centro productor de vino cuya economía esta más dominada por la vid que por el cereal, a pesar de que este ocupe mayor extensión. Importantes viñedos tenía Don Pedro Baca y Mercado que es el noble que poseía el mayor patrimonio en toda la comarca, con 115 ha., si exceptuamos las propiedades del duque de Medinaceli, a quien pertenecía la granja de Ventosilla, que superaba las 2.000 ha.
También durante el siglo XVIII la economía raudense va a pivotar en torno al viñedo que ha constituido la clave económica en el pasado y que tras diversas crisis, ha recuperado su papel esencial. Además el viñedo es un cultivo exigente en mano de obra, de ahí que la densidad de población en la Tierra de Roa supere claramente a la de otras comarcas agrícolas castellanas.